
En Peñalara, cuando el invierno se muestra generoso y el frío se instala con paciencia, la montaña revela algunas de sus joyas más raras: las cascadas de hielo. Son bellezas efímeras, esculturas transparentes nacidas del agua y del silencio, que solo aparecen en contadas ocasiones y durante breves periodos de tiempo.
No tienen la certeza de la roca ni la permanencia de la nieve; existen mientras las condiciones lo permiten y desaparecen sin dejar rastro, como si nunca hubieran estado allí.
Estas cascadas heladas, escondidas en canales y paredes no siempre sombrías, se convierten en tesoros que ponen a prueba la paciencia y el conocimiento del escalador. No basta con la técnica; hace falta sensibilidad y conocimiento para entender cuándo la montaña permite el paso y cuándo conviene retirarse.
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Por eso, quienes logran escalarlas guardan el recuerdo como algo especial, casi secreto.
Cuando el deshielo llega y el hielo se rinde al sol, Peñalara vuelve a su apariencia habitual. Pero en la memoria de los alpinistas queda la certeza de haber sido testigos de algo excepcional: un encuentro fugaz entre el frío, la roca y el ser humano, en el que la montaña, por un instante, decidió dejarse tocar.

A lo largo de todo este tiempo habéis podido leer diferentes post relacionados con la escalada en hielo en Peñalara, algunos de ellos salpicados de rarezas de roca y otros meramente de agua congelada.
Con esta breve entrada de hoy, os dejo otra zona que quedaba por describir (muy cercana a la Pared Negra de Claveles).
Como sucede en la gran mayoría de las zonas, el sol agrede a las efímeras formaciones heladas desde primera hora, algo que sin duda merma la calidad y estabilidad de la cascada.
Por eso es interesante acercarse tras esas oscuras borrascas que envuelven las altas cumbres, cuando las condiciones adversas las protegen del gran astro.
He tenido que esperar mucho tiempo hasta que por fin he podido escalar esta gran clásica que es «Joyas Efímeras», la mayoría de las veces por despiste o por otras actividades dejaba pasar la oportunidad cada invierno.
Pero este año por fin he podido hacer una fugaz visita y disfrutar de su agradecida escalada.
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Zona: Pared de la Cascada. Contrafuertes inferiores de Peñalara.
Orientación: Sur – Sudeste
Descripción: Un precioso manto helado que nace de la escorrentía de una cascada de agua. Raramente en condiciones debido a su orientación.
Material: Tornillos cortos y disipadoras.
Desnivel: 45 m
Descenso: Generalmente andando (evidente), encontramos un Spit y un maillon en una gran roca a pocos metros de la salida.




