Por: Curro González, sobreescalada.com
Tiempo atrás, hace ya bastantes años, mi vida era un despropósito. Sin un rumbo definido (dejándome llevar hacia lo que creía que me satisfacía), evadía consciente o inconscientemente responsabilidades mayores que para nada estaba preparado para acarrear. Pasaba largos periodos de tiempo alejado de cualquier lugar que significase anclarse a la realidad, poniendo parches en forma de viajes a las grandes carencias que por entonces tenía.
Por ocio o trabajo pasaba más de la mitad del año como un inmigrante alpino y mentiría si os dijera que no lo echo de menos, pero ahora intento que estos periodos no lo invadan todo y disfruto de pequeños instantes en lugares cercanos.
No es que mi persona sea un referente a seguir (ni mucho menos), pero tras el transcurso del tiempo he podido encontrar el equilibrio entre lo que soy y lo que me rodea (sin ser demasiado destructivo ni letal), y gozo en gran medida, de lo que se podría denominar Paz interior.

Esta madurez (me estoy haciendo viejuno) me ha permitido cambiar la forma y la percepción de ver las cosas y si os digo la verdad, estoy mucho más feliz de esta manera. Por fin he podido colocar cada cosa en su lugar, he podido ordenar todas estas experiencias y sensaciones acumuladas durante todos estos años y me he podido ubicar dentro de este mundillo de la montaña.
Toda esta reestructuración no ha sido solamente a nivel emocional, a lo largo de este tiempo he ido realizando diferentes cambios en lo referente a lo material y a la búsqueda de un lugar en dónde ubicarme que me aportara paz.
Todo por fin se ha alineado y puedo empezar de nuevo, llevo mucho sin compartir nada con vosotros, os tengo que contar muchas cosas buenas, algunas sorprendentes…