Las Formas del Caos, un relato casi de terror, basado en hechos muy reales.

Por: Juan Luis Monge, sobreescalada.com

En esta ocasión no voy a ser yo quien se dirija a vosotros, en este texto Juan Luis Monge, os relata una problemática cada vez más palpable en las escaladas de las efímeras líneas congeladas que salpican algunos lugares montañosos.

Escalando en hielo

La semana de escalada en hielo en los Alpes empezó bien. 

Para hacernos una idea de cómo iba el corte, fuimos a un sector de hielo deportivo (cascadas con descuelgue). Tras una hora y media de aproximación llegamos al muro helado.

Había mucha gente; tres guías con sus clientes de cursillo. Seríamos unas quince personas pero había al menos seis líneas escalables. Lo hablamos con los guías y nos organizamos para escalar todos sin peligro y sin perder el tiempo.

Hablando se entiende la gente. Todo ha ido muy bien a pesar de que hay poco hielo y muchos glaciaristas.

Al día siguiente vamos a un sector popular y de fácil acceso.

Optamos por una vía de varios largos que se bifurca a partir de la R-1. Llegamos pronto y no vemos más cordadas, al ataque! Mientras hago el primer largo empieza a venir gente pero no nos alcanzan, guay! En la R-1 veo que hay escaladores en el ramal derecho. No problema, tiramos por la izquierda.

En la R-3 nos alcanza una cordada de dos, con un líder rápido y un segundo más lento. Cuando va a adelantarnos le digo que pare y que se quede en la reunión. Me dice que él va por la izquierda y no se va a caer encima de nosotros. Eso es cierto, él puede prever su trayectoria, pero el hielo que tire no.

Insiste en pasar y le reitero que no, que hemos venido a escalar y divertirnos, no a tener un accidente. Se lo explico muy clarito y a regañadientes espera a que acabemos el largo. Solucionado. Terminamos la vía, comemos algo y con la calma recogemos el material. Al final no eran tan rápidos como parecían ya que no les vemos terminar la vía.

Hablando más seriamente nos hemos entendido.

En la bajada atravesamos alguna canal con restos de avalanchas, habrá que tenerlo en cuenta. Cuando llegamos al coche empieza a nevar.

Madrugamos más de lo necesario para hacer una cascada de 4 ó 5 largos pero han caído 30 cm de nieve y hay que poner las cadenas.

Llegamos de los primeros al parking. No conozco esta montaña y recabo información entre el personal de la estación de esquí y de limpieza de carreteras sobre el tema avalanchas. Parece que donde vamos a escalar no hay peligro de que vomite la montaña.

Nos calzamos las botas y terminamos de hacer la mochila. Mientras tanto empiezan a llegar escaladores. La estrategia parece ser que el que conduce no lleva los crampones puestos en el coche, pero el resto de ocupantes del vehículo vienen listos para escalar desde casa; arnés, crampones y piolet en mano para salir corriendo desde el parking a la cascada y no perder tiempo ni turno en la escalada. Tomamos nota.

Esta vez no estamos solos en el pie de vía y el panorama no es muy alentador.

Cordada 1:  Un guía y tres clientes.

Cordada 2: Un chico y una chica.

Cordada 3: Una chica y un chico.

Cordada 4:  Nosotros dos.

Sólo con ver esto ya me hubiera marchado, pero tenemos tantas ganas de escalar y hemos viajado 14 horas para encontrar cascadas que en un ejercicio de paciencia esperamos nuestro turno escondidos para que el bombardeo de cascotes de hielo no impacte sobre nosotros.

Siguen apareciendo cordadas que empiezan a escalar por el lado derecho de la cascada. La situación se pone fría e incómoda y nos vamos a esquiar los 30cm de nieve reciente y fría.

La situación en la cascada queda así:

Cordada 1: Con cuatro componentes, sigue a su ritmo.

Cordadas 2 y 3: Hacen sólo el primer largo y rapelan colapsando aún más la vía.

De las cordadas de la derecha ignoramos su clasificación en esta loca carrera.

Mientras esquiamos no oímos el helicóptero. Hay un Ángel de la Guarda haciendo horas extras. Nosotros disfrutamos de una buena sesión de “powder”.

Hoy vamos a ser los primeros de noche y a -16ºC nos calzamos y subimos casi corriendo por el ya conocido camino a la cascada. Guay, somos los primeros! Hoy sí que sí.

Mientras Manolo hace el primer largo empieza a aparecer gente. A los que van a escalar por el lado que estamos nosotros, consigo hacerles entender que escalar varios a la vez un largo de hielo no mola, pero por el lado izquierdo empiezan a subir. La posibilidad de que alguien nos caiga encima se reduce, pero los cascotes caen.

En un estrechamiento los tornillos, cuerdas y escaladores se juntan demasiado. Mal rollo.

Manolo monta reunión y subo. Llego a la superpoblada reunión. La mejor opción es bajarse pero insisto en hacer el segundo largo a pesar de que ya nos ha adelantado un guía con dos clientes.

Pruebo el largo, que no está nada fácil por la escasez de hielo y después de un incidente que podía haber acabado mal, bajo a la reunión y rapelamos. Mientras hacemos esto la vía parece un garito de moda. Más gente subiendo, unos haciendo el primer largo que está en buenas condiciones.

Primero sube uno, rapela y lo hace el otro y rapela. Luego lo hacen por la derecha. Aquí ya no pintamos nada, vámonos cuanto antes. Volvemos a librar, pero y si no? 

Cambiamos de valle. Tras recabar “info” sobre “condis” andamos una hora y media. La cascada que nos habían recomendado no tiene buena pinta. Tiramos de plan B y hacemos otra en el segundo turno. Esperamos a que todo el mundo rapele y quede limpia de personas la vía. Por fin escalamos tranquilos. 

Hoy toca la mega clásica y bien formada cascada de este valle. Madrugón, aproximación nocturna y llegando a pie de vía una pareja casi nos alcanza, pero no. Hoy volvemos a ser los primeros.

Empiezo a escalar y mientras meto el primer tornillo, un guía perfectamente uniformado  con todas sus condecoraciones se pone a mi lado. Joder! Otra vez a dar la charlita sobre peligros y trayectorias de los misiles. Parece que lo entiende y para. OK, pongo el segundo tornillo y me adelanta. Me mosqueo.

La verdad es que escala muy rápido y no tira casi cascotes. Pero los “bergführer” no son inmunes a la ley de la gravedad. Llega a la “R” y la chica empieza a subir por debajo de mí. Le aviso de que sigo escalando en un idioma en que nos entendemos todos y sigo escalando a mi aire. Cae algún cascote y la chica grita. Yo le grito más diciendo que se calle que ya se lo he explicado al guía y a ella. Monto “R” por encima y no en la vertical de ellos.

Manolo sube y nos rendimos a la evidencia. Como la reunión es cómoda y la línea de hielo serpentea, les dejamos que sigan con su historia delante de nosotros.  Como van rápidos no les volvemos a ver hasta el cuarto largo que ya han terminado. El guía intenta el quinto, pero no lo ve claro y se baja. Tiramos una vez más de paciencia y nos escondemos detrás de una roca a esperar que se bajen. El guía rapela y cual es nuestra sorpresa cuando le vemos que asegurado por la chica vuelve a escalar el cuarto largo por otra línea. Lo sube rápido y baja la chica para escalarlo también con la cuerda por arriba.

Estoy flipando con la movida y empiezan a aparecer cordadas por debajo de nosotros. Manolo hace el cuarto largo y monta “R” mientras el guía y la chica rapelan y se van. En lo que yo subo de segundo, una cordada empieza a subir por la línea que han hecho el guía y la chica.

Empiezo el quinto largo un poco impresionado por ver a un súper guía bajarse. Es un largo muy vertical con buenos gancheos, escalones y protección adecuada. Disfrutando el momento lo voy escalando y advierto al que está en mi vertical que ojo que puede caer algo. Incluso le digo dónde hay una cueva para esconderse. Sigo escalando y oigo un grito. Un cascote mío impacta en el brazo del francés y me increpa. Paso de él. Me he puesto la cresta punk y estoy harto de hablar. Monto “R” y sube Manolo gozando la “verticualidad” del largo.

Cuando estamos los dos en la reunión volvemos a flipar. La movida va de hacer polea en el cuarto largo. Nosotros seguimos a lo nuestro y acabamos la vía por una bonita “goulotte” y empezamos a rapelar. La R-5 está ocupada por cuerdas de los “moulineteros” y tenemos que esperar a que las saquen para seguir bajando. Lo más rápido que podemos nos vamos de la zona cero. Casi a hostias hemos hecho una vía estupenda.

Hace unos años, hablando con un amigo sobre la pintura de Jerónimo Van Aken llamado “El Bosco”, llegamos a la conclusión de que ya en el siglo XV en la representación del Paraíso aparece muy poca gente y en el Infierno “too many people” (demasiado personal).

Nosotros a estas alturas del siglo XXI no esperamos el Paraíso, pero no queremos que nos manden al infierno antes de tiempo, aunque seamos muy pecadores y tengamos el vicio de escalar. 

Juan Luis Monge

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