El poder del Papajote

Por: Curro González, sobreescalada.com

He descubierto que si bebes y comes durante el esfuerzo físico, tu rendimiento se puede prolongar durante más tiempo, e incluso se puede llegar a incrementar en ciertos momentos.

Ya, ya, es acojonante que yo sólo haya podido llegar a esta conclusión sin haber apenas estudios sobre ello; seguro que os he dejado perplejos con semejante deducción, pero tras 30 años de pájaras, desvanecimientos y deshidratación, uno ha de ser muy tonto para no percatarse de ello.

Así que tras 30 años, me he dado por aludido y he empezado a comer y a beber (siempre que se puede) en mis actividades por el monte. Y oye, ni tan mal.

Hoy ha sido un día de esos tontos, la culpa sin duda alguna la ha tenido la aspiradora (¿os podéis creer que no lleva bolsa?), que me ha despistado desde por la mañana bien temprano.

A las 8 en punto de la mañana me llaman los tacañones (Conan y Monchito), que me quieren liar para subir a escalar de nuevo a la zona del Madero y el Boto (negativo – november, no voy ni loco), y es que soy un hombre de ideas fijas: la aspiradora.

Tras mi primera comida del día (Café y tres tostadas con mantequilla y mermelada), me lanzo de lleno a intentar domar a semejante aparato del diablo. El resultado final fue bastante satisfactorio, suelos limpios y una mueca en la cara cada vez que veía las pelusas revolotear en las entrañas de la aspiradora.

La segunda comida del día no se hizo esperar demasiado (voy a tope y no quiero desvanecer), así que me apreté dos huevos revueltos, 100 gramos de Longaniza de pavo y un yogurt.

Ya he terminado mis quehaceres del hogar (amén de otros asuntos), y me estoy poniendo un poco nervioso en casa, el día parece que aguanta y sale el sol.

Me cojo la rebequilla de Haglölfs que me han dado para probar, y me voy para el Puerto de la Morcuera a correr, joder el tiempo que hacía que no subía por estos lares.

Con la primera bocanada de aire en el pecho, supe que iba a ser un buen día. Tomo el camino y dirijo mis pasos hacia Bailanderos, para más tarde en el descenso, ascender la Najarra.

Hace un día de esos bonitos: con frío, nubes oscuras, y una luz que se apodera de ti, cuando miras el horizonte.

En el descenso ya empiezo a sentir «gusa» (no me he recuperado aún de lo de la aspiradora, pienso), así que nada más llegar a casa, me dispongo a devorar mi tercera comida del día.

Los garbanzos con tocino y chorizo de la mía mama son espectaculares, pero si ya tienen Papajotes, son la bomba (en todos los sentidos, abstenerse personas de estómagos delicados). A los garbanzos le acompaña una rebanada de pan, otro yogurt y un té Chai.

Cuando todo parecía que iba a llegar a su fin, me entra un aumento súbito de energía (maldito Papajote) y se me ocurre que estaría bien acercarse al Pico de la Miel a hacer un corre/trepa o alguna vía en ensamble (que pena no pudieras, Uge).

Tras sopesar posibilidades y viendo lo oscuro que se estaba poniendo el panorama, decido finalmente acercarme a las zonas de escalada de Valdemanco, concretamente al Cancho Albalá.

Las gotas de agua que me han acompañado durante la aproximación se disipan al llegar a pie de vía, y sale el sol, así que me pongo a escalar.

Tras 5 o 6 vías de escalada decido poner punto final al asunto, estoy haciendo el gilipollas en una combinación de escalada en solitario, solo integral y destrepes extraños para enlazar rutas, y al final me la voy a pegar.

Camino a casa me envuelvo en sentimientos nostálgicos y se me ocurre que estaría bien rematar el día con un poco de Kayak (y así bajar pulsaciones en las calmadas aguas del embalse de Pedrezuela).

Pero antes he de alimentarme, no vaya a ser; la cuarta comida del día fue para complementar al Papajote: Un Salmorejo y una lubina, sin postre, que luego engordo (bueno, me comí un plátano).

El sonido de la pala de madera Groenlandesa, al entrar al agua, eriza mis sentimientos y recuerdos. Es mágico, al igual que el canto del Colimbo o el olor a mar.

No navegué mucho por las aguas del embalse, lo suficiente para llegar manso.

Aún no sé qué cenaré (se me está antojando membrillo con queso), de lo que parece que no me voy a librar, es de apretarme una botella de vino (no vaya a ser que pierda el Flow).

Deja un comentario

search previous next tag category expand menu location phone mail time cart zoom edit close