He esperado que transcurrieran algunos días desde el preestreno y estreno de esta película para por fin, animarme a ir a verla. No quería verme envuelto en una multitud expectante y tampoco me hervía la sangre. Llevaba tanto tiempo sin visitar un cine, que estaba más emocionado por el hecho en si, que por el film.
Parece como si la fiebre «Amundsen» hubiera calado hondo a todas aquellas personas que viven o quisieran vivir experiencias similares. Y no las culpo por ello, porque yo también soy una de ellas.

Así que por fin, un día, Oli y yo nos adentramos en la sala 3 de los cines Renoir, Princesa. Para poder por fin, disfrutar de la tan aclamada película.
Nosotros somos de versión original, nos parece una aberración el doblaje al castellano. Sobre todo cuando hablan en Noruego o Islandés, idiomas queridos y familiares que tantos buenos recuerdos nos traen.
La película en sí no está mal, os dejo unas críticas que hacen que me sienta muy identificado:
«Aburrida superproducción noruega (…) todo resulta apagado e inerte (…) la película falla como ficción y no se entrega a fondo como documental: ustedes mismos. (…)» Antonio Weinrichter: Diario ABC
«No soslaya el lado oscuro de su protagonista; en su contra (…) su decisión de cubrir tantos episodios y aspectos de la vida de Amundsen le impide profundizar en ninguno de ellos o dotarlos de intensidad dramática (…)» Nando Salvá: Diario El Periódico
«Se acomoda en un envoltorio casi literario que solo despierta el suficiente interés cuando incide en los rasgos psicológicos de su protagonista (…) deja como mejor recuerdo la fotografía (…)» Fernando Bernal: Cinemanía
Pero lo que más me impactó del film no fueron los breves minutos en los que aparece realmente la auténtica exploración polar, sino que fue el aspecto psicológico, los rasgos que tanto definen los actos y la personalidad de Amundsen.
Una persona muy ególatra, orgullosa, obsesiva, llena de rabia y frustración. Que solo acalla brevemente su tormento, con el reconocimiento y aceptación de las masas.
Necesitando embarcarse nuevamente en otro acto simbólico a contrarreloj que le haga hacerse valer, aunque estos disten ya mucho de lo puramente moral.
No se si lo descrito anteriormente son virtudes o defectos, tampoco sé si son cualidades que definen a ciertos perfiles de personas. Pero me resulta tan familiar…
Además asesino a todos los perros. Criaturas leales y abnegadas a las que debía su gesta.
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