Una actividad relativamente corta pero intensa, que nos proporciona unos bonitos paisajes y sensaciones.
Ahora que parece que el calor sofocante va dejando paso a las borrascas, esperemos que frías y lluviosas, el cuerpo te va pidiendo aumentar la distancia de disfrute/sufrimiento en las salidas.
Llevaba algún tiempo sin correr un poco en serio por el monte, ya se sabe, quien mucho abarca poco aprieta. Y a mí, me gustan muchas modalidades deportivas, que si bien pueden a llegar a ayudar a tener cierta condición física, en lo relativo a lo específico ya se sabe, hay que echar horas.
Como tengo en mente algunas actividades relacionadas con lo «aeróbico» y no encuentro con facilidad compañeros para escalar entre diario, me he decidido a hacer esta y otras actividades que tenía pendientes.
Y es que, pese a mis intentos frustrados, nunca había ascendido al Pico Pendón. Y eso que domina las vistas desde mi casa, el muy jodio permanecía allí mientras yo le miraba de reojo.
Con el riesgo que supone el perder ya la poca intimidad que tenemos gracias a nuestras voluntarias aportaciones en la red, voy a compartir aquellas actividades que hago por entrenamiento o simplemente por diversión. Y una de ellas es esta.

Al Pico del Pendón se puede subir desde muchos lugares, yo por cercanía siempre lo he intentado desde Navalafuente (estaba emperrado en subir recto desde la vía del tren). Saliendo desde el mirador situado en el Camino de las Viñas.
Desde este punto tengo infinidad de rutas y creo conocer bastante bien la zona, tanto de caminos, como trialeras y sendas. Es por ello que he conseguido enlazar una circular por caminos que se conocen y otros que permanecen bastante ocultos.
El track de ascenso se realiza por pistas y caminos perfectamente transitables. En alguna ocasión están algo descarnados o hay que prestar un poco más de atención para no perder algún hito en los metros finales. Pero no presentan mayor dificultad a la hora de progresar, salvo «que tiran pa’rriba«.
El descenso del track es muy divertido y rápido, se realiza por la vertiente opuesta. Los primeros cientos de metros de descenso son un poco a lo «jabalí» y transcurre por pequeñas y estrechas sendas de vacas perfectamente marcadas pero poco visibles por la vegetación, es por ello que deberéis estar atentos a no perderos porque es fácil terminar en «un mar de jaras«. A mí me costó un par de veces el tener que subir por estas tierras a conocer los senderos para poder enlazarlos más tarde.
Recomiendo a aquellas personas que no le interese este tipo de descenso que regrese por el mismo lugar de ascenso o por un bonito rodeo por Bustarviejo hasta el coche.
En resumen, una bonita actividad, por paisajes y lugares asombrosos que nos puede ayudar a ir cogiendo «el punto«.