Lo bueno de ser siempre el benjamín, es que a lo largo de tu vida tienes muchos maestros. De lo bueno y de lo malo, pues ya se sabe, se pega todo menos la hermosura.
Afortunadamente las personas que me rodean ahora mismo son una fuente de buenas experiencias. En el sillón de enfrente se encuentra Miguel Ángel Vidal, mirada y ojos bondadosos, y una historia que contar para cada momento. Se podría decir que era como un “abuelo” para nosotros.
En el otro extremo del sillón Guillermo Mateo, energía e ímpetu en una intranquila cabeza, las combinaciones perfectas para un “líder carismático”.

Y por último, a mi lado, Miss Elizabhet Hawley, “la mujer del Himalaya”. De seguro que podríamos estar horas escuchándola hablar sobre montañas, expediciones y ascensiones, pero al finalizar no hablaríamos entre nosotros de estos datos, sino de la tranquilidad que radia esta frágil y pequeña mujer.
La reunión con Miss Elizabhet fue muy provechosa, desde 1984 hasta la fecha ha habido 8 expediciones a esta montaña, todas en otoño y en primavera, la nuestra sería la primera invernal.
Americanos, Franceses, Británicos, Checos-Eslovacos, Japoneses y Canadienses, han fracasado en el intento de ascender a su cima de 6.500 metros de altitud.
Nosotros queremos rizar el rizo, abriremos en invierno y en estilo alpino, una vía de 2000 metros de desnivel en la inescalada cara nordeste.

Con esta idea “el abuelo”, “el líder carismático” y “el Becario”, por descarte este cariñoso mote me toca a mi, partieron rumbo a Nepal, hacia el valle de Thame, lugar donde se encuentra esta montaña virgen que es el Tengkang Poche.
A quien le digan que se imagine el Himalaya en invierno se imaginara laderas nevadas, carámbanos de hielo adornando las rocas, y frío, mucho frío. Lejos de la realidad en este viaje no tuvimos ni nieve, ni hielo, tan sólo frío.
Sobre volar el Himalaya es una aventura, tanto para tus ojos, como para tu corazón. El paisaje colapsa tu mirada y no das abasto para comprender cual es la inmensidad del lugar al que te acercas, el corazón te palpita no sólo por la emoción. Cada salto que recibes en el asiento de la pequeña avioneta pone a prueba tus nervios, y cuando eres consciente de tu aterrizaje te envuelven ruidos, bultos, gente, militares, prisas, montañas, hielo, frío.


Esto podría ser una llegada cualquiera al aeropuerto de Luckla, transitamos tranquilamente por las empinadas calles empedradas adaptándonos a lo que dentro de unos días será normal.
Los primeros días de aproximación transcurren por le valle del río Dudh Koshi, este nombre significa río blanco, y no es de extrañar, ya que tiene numerosos rápidos y saltos de agua espumeantes. Las vistas son espectaculares, aldeas y templos budistas conviven a la sombra de montañas como el Tamserku 6.608 m y Kusum Kanguru 6.367 m. Pero sabemos que lo bueno esta por llegar, que todavía no se ha mostrado el Himalaya salvaje.

Lejos de los conocidos y transitados valles de Kumbu y Gokyo se encuentra el valle de Thame, lugar donde nos dirigimos. Este valle goza de la soledad que le falta a otros, además, en él se encuentran algunas de las líneas de hielo más largas del mundo. Es el caso del Tengkang poche 6.500 m y su cara nordeste, una cascada de unos 500 metros da paso a una sucesión de canales helados conectados por otras cascadas, así durante sus 2000 metros de desnivel que tiene esta cara nordeste.
Estas “Droites” nepalíes han sido intentadas varias veces, Radek Lienerth, Nick Bullock, Will Gadd han sido alguno de los nombres que se han acercado por esta montaña. Pero ninguno ha pisado su cima, y ninguno ha venido en invierno, y es en esta época, donde el valle y sus paredes adquieren el matiz salvaje y solitario que nos atrae a nosotros.

El zigzagueo de la cuesta nos adentra en este “bosque negro”, y aún transitando entre grandes pinos, el paisaje nos sigue sorprendiendo. El camino se hace duro, pero sabemos que nos depara dos grandes sorpresas, y eso nos motiva para incrementar nuestro ritmo. En un pequeño recodo del camino y entre las copas de los árboles, vemos por fin la montaña más alta, la montaña que a tanta gente atrae a estos lugares, el Chomolungma, primera de las grandes sorpresas. Continuamos ascendiendo y llegamos a Namche Bazar, lo primero que salta a la vista a la hora de llegar es la gran deforestación que ha sufrido la zona, de hecho antes Namche se encontraba situada en el interior de este bosque negro, de hay su nombre.
La segunda, y no menos importante sorpresa, es observar desde un punto alto el paisaje. Encima de nosotros hay una montaña aparentemente insignificante, Khumbi Yul Lha es su nombre. En su cumbre sagrada vive el dios Khumbi Lha, este no sólo le da el nombre al valle del Kumbú, sino que le da también el carácter sagrado.

Namche Bazar no sólo es la capital del pueblo Sherpa, sino el centro y punto de partida de las expediciones a las montañas más altas del planeta. Y como no podía ser menos, al final, se convirtió en el punto central de la nuestra.
TENGKANG POCHE. ROCA Y HIELO.
Llevo toda la noche intentando mover los dedos de los pies, la verdad es que no me hace ninguna gracia volver para Madrid con un “gordito” menos. La noche ha sido muy fría, unos treinta grados bajo cero, y la mañana se presenta algo fresca… No hablamos, Miguel y yo dormimos en la misma repisa, Guille un poco más alejado. Al menos antes de que anocheciera nos dio tiempo a localizar y preparar un buen lugar para vivaquear.

Las vistas desde esta terraza son espectaculares, poder desayunar desde este lugar es una cosa que no se olvida con facilidad. Nos encontramos a 1200 metros del suelo, en las entrañas de una de las paredes más salvaje del Himalaya, y cómodamente sentado observo lo que me rodea. El horizonte es una gigantesca hoja de sierra, y cada diente tiene su propia historia y su propio nombre, así vamos distinguiendo el Ama Dablam y el Makalu situados a nuestra derecha, el Everest, Lhotse, Nuptse, Pumo Ri y Cho Oyu engañosamente cercanos, y a nuestra izquierda los conocidos Parchemuche y Angole, donde realizamos nuestra aclimatación.



La llegada del sol hace que conversemos, hay que tomar una decisión, la ruta no parece lógica, desde el suelo confiábamos en poder seguir un pequeño hilo de hielo que transcurría por el margen izquierdo de este gigantesco zócalo de roca, pero no existe. Nos quedan todavía 800 metros hasta la arista, y la idea de pasar otra noche “a pelo” en esta montaña nos hace pensar en graves consecuencias, o al menos eso me dice el raciocinio, al ver la ampolla de líquidos que adorna la base de mis dedos del pie izquierdo.
Observamos hacia ambos lados, el margen derecho se presenta difícil, pero se podría llegar hasta él rapelando, con la mirada lo continuamos, resaltes de hielo y canales estrechas que terminan en un precioso y gigantesco Serac. Una cosa tenemos clara, todavía nos queremos muchos para intentar subir por este lugar. Así pues, todo nuestro esfuerzo para localizar una línea se centra en el margen izquierdo.
Tras un buen rato la decisión está tomada, bajaremos al Campo Base y decidiremos otra ruta.

Desde Namche se tarda dos días más en llegar hasta el Campo Base de la montaña, situado en una Lodge en Thyongbo 4.300 m. Desde este lugar es fácil hacer la aclimatación, a un largo día se encuentra el collado Tesi Lapche de 5.755 metros, un buen lugar para dormir en altura. Desde aquí, y sin ninguna dificultad técnica se asciende al Parchamo o Parchemuche de 6.273 m.
Tras varios días de aclimatación, descanso y preparación, decidimos atacar la pared virgen del Tengkang poche. En apenas 1 hora de aproximación te encuentras ascendiendo por las pendientes de esta montaña, la ruta que decidimos atacar transcurre por el margen izquierdo de la pared, intuimos que más arriba podremos conectar con una serie de corredores que nos depositaran en la arita cimera. El amplio corredor por donde ascendemos se va empinando cada vez más, “abandonamos” los bastones y progresamos con los piolets, las cuerdas todavía se encuentran en las mochilas, queremos ir muy rápidos. Tras unas horas el corredor termina, dando paso a un gran resalte de hielo, durante toda la ascensión hemos estado esquivando piedras y cascotes de hielo, primero protegidos por el margen derecho del corredor, más tarde por el izquierdo. Las cuerdas todavía están en las mochilas, la pendiente se esta haciendo más pronunciada, hemos pasado de 60º del corredor, ha 70º del resalte. Por fin, bien protegidos al amparo de un techo de roca, montamos la primera reunión.

Continuamos escalando por una corta pero tiesa cascada, siguiendo lo que parece una goulotte. Los pasos en mixto son frecuentes, hasta que el hielo y la nieve desaparecen y solamente hay roca. Varios largos por terreno caótico nos depositan en una terraza, el lugar idóneo para pasar la noche.
La línea que intuíamos no existe, esto esta muy seco, ya nos dimos cuenta al ver que la gran cascada que nos había traído hasta aquí no estaba formada. Preparamos el vivac, y miramos la pared, no hay hielo, sólo roca, la idea que teníamos se ha venido a bajo, el Tengkang Poche, roca y hielo.

CASCADA DE NAMCHE, LA MÁS LARGA.
Los habitantes de Namche Bazar dicen que cuando, a finales de marzo, la cascada empieza a caer, es tiempo de la siembra de patatas. Nosotros no vamos a esperar que se venga abajo, y mientras comemos unas sabrosas patatas cocidas observamos esta gigantesca línea de hielo.
Miguel A. Vidal y Óscar Morales escalaron esta mítica cascada hace 10 años, por entonces era la tercera o cuarta repetición, ahora no es que sea muy repetida, pero al menos es conocida. Lo que si os puedo decir es que debe ser una de las cascadas más hermosa y grande del mundo, fue abierta por Catherine Destivelle y Eric Decamp en diciembre de 1993.


Después de la retirada del Tengkang Poche decidimos pasar unos días en Namche bazar, descansar, visitar el monasterio de Thyangboche y por supuesto, escalar. La idea de escalar esta cascada me produce escalofríos, no por su dificultad, sino por ver realizado un sueño que tenía desde niño. No se parece a las grandes cascadas de Canadá, ni siquiera a la Polar Circus, el silencio, la paz que te envuelve en estas montañas hacen de este lugar un sitio mágico. Aquí no te encontrarás otras cordadas, no habrá otros ruidos de hierros resonando en la pared, estás tú, tu compañero y el hielo.
La aproximación se realiza desde el torrente que nace en la parte baja del pueblo, por el margen derecho y siguiendo un tortuoso sendero de leñadores que nos deposita en el fondo del valle del Bhote Koshi river. Generalmente para cruzar este río usamos los precarios puentes de los leñadores, Ojito!.


La localización es fácil, la primera torrentera que encontramos a nuestra izquierda. Hay que ascender por ella durante 1 hora más o menos hasta un bloque empotrado de unos 10 metros, 70º. Una vez superado este bloque un largo de 80 metros, máximo 75º, hasta el pie de la cascada.
Decidimos atacar estirando las cuerdas a tope, todos los largos son de 60 metros, siguiendo la lógica de la vía, pues las opciones del itinerario son varias y de distinta dificultad.
En tres largos de cuerda, máximo 85º, llegamos a un gran bloque, este lugar desde Namche se veía escaso, incluso no sabíamos a ciencia cierta si tenía conexión con la parte superior. Lo encontramos muy delicado, con un hielo quebradizo de estalactitas inconexas superamos el muro en dos largos, 80º/85º. Continuamos hasta la base de otro muro, 70º/75º, que superamos en otros dos largos más, máximo 80º.

Desde aquí hay una sucesión de rampas, 3 largos máximo 75º, hasta la base del gran muro final, hasta aquí en general encontramos buenos sitios para vivaquear, sobre todo en el margen derecho, algunos de ellos podrían desaparecer bajo la nieve, no hay que olvidar que este año era muy seco y no había nada de nieve en el recorrido. Nosotros montamos el vivac en una buena repisa herbosa, y pasamos una “calurosa” noche con una idea en la cabeza, esta cascada sale en el día…

La primera reunión del muro final se monta en una gran cueva, buen sitio para vivaquear cuando esté todo nevado, para ascender por una rampa que se va empinando 85º/90º. Los dos últimos largos son espectaculares y difíciles, con largas secciones de 90º y formaciones muy técnicas. El olor a incienso que te envuelve en los dos últimos largos es algo mágico, se mezcla con las sensaciones, con el lugar, con el paisaje y estalla en un grito de alegría cuando superas el último resalte y comprendes que has terminado.

El descenso es complicado, sobre todo cuando la nieve cubre el lugar. Hay que continuar por el margen derecho del arroyo helado durante 15 minutos, entre un bosque tupido de incienso y Rododendos. Lo cruzamos para ir a buscar una pequeña loma boscosa redondeada. Una vez rodeada, encontramos en la base un pequeño pero marcado camino que asciende hasta un collado. Desde este es visible otro valle despejado de árboles, que deberemos bordear hasta la colina de enfrente. En lo alto de la loma encontramos un gigantesco Lodge (en construcción), a 1 hora del final de la cascada. Desde aquí tenemos dos opciones, descender a Jorsale por un peligroso y sinuoso camino, o dirigirse por un camino largo, pero fácil de seguir, hacia la aldea de Toc Toc, 1300 metros de desnivel, 3 horas.

A las 22:00 horas terminamos la aventura, engullendo platos de arroz y recordando entre risas todos estos días vividos.
Año 2006