Con esta escalada de hoy hago mi vía número 50 en Riglos. Sin contar vías repetidas claro, 50 vías de escalada diferentes.
Este dato no es para galardonearme ni mucho menos, es más desde el cariño a este lugar y desde la celebración (por qué no) por el cual lo revelo. También, todo tiene un pero, para dar un poco de respaldo a lo que voy a relatar un poco más tarde.
La primera vez que escalé en Riglos tenía 18 años, me impactó tanto aquel lugar que no me dejó pegar ojo la noche previa a la primera de las escaladas. Eso y que antiguamente se vivaqueaba al lado del coche, justo debajo del Pisón. Y cada vez que abría un ojo me encontraba con semejante pared queriendose caer encima mía.
En esa ocasión escalamos la normal del Puro, tremenda gesta para mí, mis habilidades de entonces y mi experiencia en grandes escaladas.
Al poco tiempo en una reunión de entre semana en el Club Alpino Madrileño coincidí con un grupo de escaladores que planeaban ir al bonito lugar. Me acolpé al momento y ese mismo fin de semana compartía cuerda con un tal Fernando Cobo.
Sólo pudímos hacer una vía de escalada, la Mosquitos a la Visera. Llovía y hacía un tiempo muy malo como para aventurarse en algo más. Pero si algo me marcó de esa pequeña aventura no fue la escalada, sino Fernando.
No podía creer como pudo abrir y realizar semejantes escaladas. Y después de aquello, Riglos se me quedó en el tuétano y no lo he podido sacar desde entonces.

Muchos años después he tenido el gustoso «honor» de reequipar una vía suya, la Ley del Guerrero a la Visera. Aunque eso lo dejo para otra historia porque se las trae.
Josito y yo continuamos escalando por el Pirineo, las condiciones para el Alpinismo no son muy buenas. Y no nos apetece pelearnos con 10 acordadas para picar 100 metros de hielo, así que nos hemos abandonado a la escalada «placer». Ayer escalamos en Forronias y en Hoz de Jaca y hoy nos perdíamos por los bolos naranjas de las Peñas de Riglos.
Como anuncia el título de esta entrada hicimos la vía Luis Villar al Fire. O al menos lo que queda de ella.
Esta ruta fue abierta el 1958, se considera una de las primeras vías abiertas de dificultad de los mallos una vez fueron holladas las cumbres principales.
Fue reequipar en 2017, yo diría sometida y destruída, a base de parabolts.

Desde luego que lo que voy a contar a continuación es mi humilde opinión y de seguro puedo estar confundido, o tal vez no.
Cuando he reequipado alguna vía de escalada era con el objetivo de prestar mayor seguridad a los futuros repetidores. Intentando sustituir los posibles anclajes ya existentes por otros de mayor seguridad y longevidad. Nunca se me ocurriría añadir o modificar cualquier aspecto de la vía sin una expresa autorización de los aperturistas, no sería ético y sería una falta grave de respeto tanto para los aperturistas como para los futuros repetidores.
Lo que han hecho con esta ruta de escalada no tiene nombre, me quedo sin palabras. Bueno, si diría una, Mierda.
No sólo han destruido la identidad de la vía, su historia, sino que han sometido a la pared a cualquier persona que tenga un puñado bien grande de cintas exprés. Dejando huérfanos a jóvenes escaladores que quieran ascender por esa ruta porque ya no aporta nada.
Una situación amarga para mí vía de escalada número 50.

Hice esa estupenda vía en 1975, severa y expuesta. Cuarta ascensión.
Otra aberración del destructor de la escalada Jesús Sánchez.
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