Por: Curro González, sobreescalada.com
La primera vez que utilicé la unidad de longitud de pulgada fue de niño, no la empleé de una forma consciente, más bien fue para solventar la gran duda y curiosidad que me produjo el empleo de la misma, al mencionar el tamaño de una especie de Escorpión, en uno de los muchos documentales de naturaleza que por entonces absorbía.
Tres pulgadas era el tamaño de aquel arácnido en concreto, lo que equivale a 7,62 centímetros.

Hoy en día, esta unidad de longitud principalmente se utiliza en países anglosajones, aunque los que acostumbramos a montar en MTB, CX o Gravel (lo que viene siendo en bicicleta), consciente o inconscientemente la hemos incorporado a nuestro vocabulario. De tal manera que ya no parece raro el uso de las pulgadas cuando hablamos de ruedas: 26, 27,5 o 29…
Lo que nunca llegué a imaginar es que, el aumento de algunas pulgadas en la bicicleta de H, podría cambiar tan radicalmente la forma de disfrute, tanto para él, como para las personas que le acompañan.

No hace mucho que optamos por cambiar la MTB de H (regalo de familia), dejando a un lado su antigua y usada bicicleta de 20 pulgadas (si alguien la necesita, se la regalo) y adquiriendo una bastante más completa de 24 pulgadas.
Como he comentado anteriormente, este cambio ha dado un giro espectacular en el rendimiento de H en las actividades en la montaña, amén de, por supuesto, que se hace mayor. De esta manera en diferentes actividades previas, pude comprobar como ya no era capaz de seguir su ritmo corriendo, algo que me animó a planear, la siguiente actividad que os presento.


Pistas y carreteras secundarias en la primera etapa
La Montaña Palentina es solitaria, salvaje y espectacular, por ello no es de extrañar, que sea uno de los pocos reductos en nuestra Península en donde podemos encontrar una población estable de Osos. La ruta elegida transcurre por el interior de valles, ríos y montañas, hábitat de estos sorprendentes e intimidantes seres vivos; también por pequeños núcleos urbanos y alguna «gran ciudad».
Etapa 1. De Salinas de Pisuerga a San Juan de Redondo

El comienzo de la actividad se realiza durante algunos kilómetros a través de una combinación de pistas de tierra y carreteras secundarias, transitando por pequeñas aldeas y adentrándote poco a poco en el espeso y característico bosque de la zona.
Sin duda el pasaje más espectacular y característico de la etapa es el collado que da acceso al valle del río Pisuerga (casi en su nacimiento) desde la población de Celada de Roblecedo.


Dos momentos en el collado
El acceso a este Collado es algo complejo y requiere gran habilidad y fuerza para completarlo sin poner pie en el suelo, la bajada se debe realizar con algo de precaución, existen tramos muy descarnados y empinados.

Anduvimos algún kilómetro de más de la idea originaria (pues en San Juan de Redondo existe una casa refugio en donde pernoctar), queríamos acortar la etapa próxima, que era intensa y larga.
Llegamos hasta la localidad de Santa María de Redondo, en donde un amable paisano nos ofreció su terreno a las orillas del río Pisuerga para pasar la noche, aunque en la ruta originaria existen diferentes refugios en donde dormir, trasportábamos un toldo por si alguna de las etapas se hacia larga, o simplemente nos apetecía descansar en algún lugar concreto (no hay que olvidar que H tiene 9 años).


Etapa 2. De San Juan de Redondo al valle del río Carrión

Se podría decir que este día, es el día estrella, ya que es en el que recorreremos la mayor distancia por montaña, donde encontraremos la mayor sensación de soledad y las mejores vistas, y en donde subiremos a la cota más alta: 1.850 metros.
Con esta altura y en estos lares, no es de extrañar encontrar niebla a primera hora de la mañana, algo muy bucólico, pero que le resta valor paisajístico al recorrido.

El comienzo del día es duro, pues nada más levantarnos nos espera el ascenso de una serie de empinadas cuestas hasta encontrar el paso natural al siguiente valle, el paisaje poco a poco se va tornando alpino, incluso podemos observar grandes moles de caliza en forma de encrespadas montañas.
La llegada a la localidad de Piedrasluengas es sorprendente, aquí iniciamos un largo descenso por carretera hasta Casavegas, en donde retomamos de nuevo, una sucesión de pistas de tierra y piedras interminables.
La ascensión es dura, mucho de los repechos los deberemos hacer andando, no sólo por la inclinación y longitud de los mismos, si no por lo descarnado del terreno.
Una vez ganas altura, poco a poco transitas por el cordal de las montañas, que te ofrecen unas vistas únicas hacia el macizo de Picos de Europa.

Tras alcanzar el collado Secarro comenzaremos un largo descenso por pistas de tierra (en donde deberemos prestar atención a la elección del camino), hasta que una vez más, acometemos la ascensión del último gran repecho.
Este es técnico y poco transitable con la bicicleta, sobre todo la parte final hasta las inmediaciones del collado de Picorbillo, lugar donde comenzamos una vertiginosa bajada hasta el fondo del valle.
De nuevo la bajada es muy técnica, en un terreno muy inclinado de grandes cantos rodados y angosta vegetación en algunos parajes, el descenso resulta bastante inviable con las alforjas y el peso.

Observar el espectacular valle del río Carrión (al amparo de la majestuosidad del Curavacas) después de un extenuante día, es indescriptible. Aún no sé como H pudo terminar esta etapa sin una mala cara, sin amago de tirar la toalla, siempre con una actitud positiva, realmente estoy sorprendido y orgulloso de él.
Al llegar a la orilla del río Carrión la pista se bifurca, por un lado transita río abajo, por otro, asciende por el espectacular valle, río arriba. Si las fuerzas nos acompañan, merece la pena realizar algún kilómetro más en sentido ascendente, el paraje bien merece una visita.
Después de esos 4 kilómetros de más río arriba (que añadimos al recorrido al confundirme en el track), continuamos por la pista que transita casi paralela al río valle abajo, aunque el terreno claramente es descendente, hay que continuar pedaleando con fuerza en algunos tramos, ya que encontramos multitud de cortos repechos que salvan la accidentada orografía del terreno del fondo del valle.


Pasamos por los dos refugios libres de pescadores (en donde se puede pernoctar), ninguno de ellos fueron de agrado para H (prefiere los hoteles de mil estrellas), así que vivaquemos a la orilla del río, en donde repusimos fuerzas a base de garbanzos con arroz y un merecido descanso.
Etapa 3. Del Valle del río Carrión a Salinas de Pisuerga

Despertar húmedo y frío tuvimos, tal fue la sensación térmica, que comenzamos la jornada abrigados con nuestras vestimentas largas. Por otro lado he de ser sincero y reconocer, que al poco tiempo, nos despojamos de las mismas.
Poco a poco vamos abandonando las entrañas de la montaña, la pista de tierra en pocos kilómetros se transforma en carretera asfaltada, justo antes de entrar en la localidad de Vidrieros, a los pies del majestuoso Curavacas.

El último día de recorrido es amable en comparación con el segundo, quitando un corto ascenso por carretera, el perfil de la etapa es descendente, y aunque la distancia salvada es grande, el tiempo de ejecución no es extenso.
El recorrido de esta etapa es mixto, transcurre casi por igual por pistas de tierra que por carreteras secundarias (con tráfico casi inexistente), esto hace que rápidamente lleguemos al embalse de Cervera-Ruesga, que bordeamos por un espectacular y estrecho camino, bajo un tupido bosque.

Rápidamente llegamos a la extensa localidad de Cervera de Pisuerga, donde realizamos una larga parada y saciamos todos nuestros antojos de días anteriores.
El resto del camino hacia el lugar de origen se hacen tranquilamente por una cómoda pista de tierra que transcurre paralela al río Pisuerga.
Hemos terminado muy satisfechos de esta ruta, nos ha ofrecido increíbles vistas y sensaciones, algún sufrimiento, pero sobre todo, un recuerdo inolvidable.
