Diedro, Risco de los Principiantes (La Pedriza). ¿Un día de descanso?

Por: Curro González, sobreescalada.com

El invierno no ha podido comenzar mejor, ya sé que todavía no podemos hablar de invierno real, pero no me podréis negar que está todo como en los mejores momentos de este periodo.

Con todo ello, y con la motivación en modo On tras el viaje de escalada a la zona de Trafaout en Marruecos, he decidido retomar algún proyecto que me ronda por la cabeza desde hace bastante tiempo.

No me voy a engañar, estos proyectos son bastante ambiciosos, y voy a necesitar una buena dosis de energía y empeño para llevarlos acabo. Además, uno de ellos necesita también unas condiciones específicas para poder realizarlo, aunque si las condiciones continúan igual que ahora, la cosa pinta bien.

La bonita línea del Diedro

Como entrenarse a uno mismo no suele resultar (al menos a mí personalmente no, soy capaz de lo mejor y de lo peor en cuestión de minutos), le he dejado la responsabilidad a mi compañera Oli, con sobrada experiencia en la materia y buena conocedora de mis objetivos, actividades y filosofía (quiero entrenar realizando actividades divertidas, alejado de rutinas clásicas). No sé si se va a transformar en un voto de confianza plena o una penitencia, pero ha adquirido el deshonroso título de entrenadora, sin decir «ni pío».

Tras unos comienzos de entrenos sepulcrales, de esos que piensas «qué bueno soy» y al rato, «me estoy haciendo mayor«; me encontraba en una jornada de descanso o libre, no sabía muy bien cómo gestionar mis dolores.

Para colmo, el día invitaba a refugiarse en los adentros, indoor creo que es la terminología usada en los Gyms y demás Burdeles en donde las personas ejercitan sus cuerpos, bueno hoy en día se va al Box, porque lo que mola es ser Crossfitter, o al Roco, porque hace mucho frío para tocar roca.

Como os he comentado, el día amaneció de esos recios, con mucho viento y una sensación de frío muy intensa. En un arrebato de pasión, envalentonado por el sol reluciente existente entre el paso de dos masas de nubes apresuradas, se me ocurrió un sencillo plan para llevar a cabo. Iría a la Pedriza a correr y ya de paso, escalaría una vía sencilla y rápida.

Un hueco entre las nubes al atardecer

Yo siempre he sido bastante sencillo en lo que acontece al empleo y uso del material, llevo toda mi vida usando prácticamente la misma combinación de ropa para correr, lo único que parece que ha evolucionado en mí es que ya no corro por el monte, practico el Trail Running.

Así que me enfundé mis mallas largas (esas que se nota hacia donde cargas y la goma del gayumbo por detrás), unos plásticos ligeros para protegerme del viento, una cuerdecilla y algunos trastos (no tenía el punto de escalar sin cuerda), eso sí, me puse una cinta roja de forro polar en la cabeza para no dar el cante.

Pronto el engañador sol se escabulló, no quedaba ni rastro de él, es como si me hubiera gastado una cruel broma, tan solo quedaba frío, penumbras, nieve y un viento que te tiraba al suelo.

Ya metido en el ajo no me iba a dar la vuelta, así que ascendí (pese a mis dolores y agujetas) a la base del Risco de los Principiantes sorprendentemente rápido, me abrigué lo que pude con los plásticos de 1 mm de espesor y comencé a escalar.

Escalar el Diedro del Risco de los Principiantes es una pasada, es una agradable y disfrutona ruta, de canto generoso y multitud de emplazamientos para asegurarse. Una escalada sencilla en donde no presté mucha atención a la hora de colocar la cuerda, la dejé así sin más a pie de vía, sin meterla en ninguna mochila, ni ná. Total, si Carlos Suárez puede abrir una vía en la Oeste del Naranjo usando esta técnica, yo por aquí subo corriendo… La pequeña diferencia (amén de otras comparaciones odiosas) es que esto es una fisura en un tumbarral y aquello está tieso ..

Cinco metros antes de llegar a la reunión la cuerda se atascó, dejándome en el bucle infinito y teniendo que improvisar una maniobra de fuga, que consistía en dejar la cuerda anclada en un totem, escalar a pelo hasta la reunión, alargar ésta con una cadeneta de dos cordinos kevlar y el arnés de pecho (no llevaba nada de material), regresar de nuevo a pelo hasta el último totem, rapelar, liberar la cuerda, ascender de nuevo y llegar por fin, hasta la reunión. Todo ello con un viento y un frío de pelotas.

Más tarde tuve que rapelar con el Escaper (que por mucho que lo uses, acojona) y al recuperar la cuerda, esta se quedó de nuevo atascada a mitad de ruta…, sube a pelo de nuevo hasta ella, destrepa hasta la base y recoge la cuerda. Vamos, que más me hubiera valido la pena escalar la vía en Solo y haberme dejado de tonterías, desde luego hubiera sido más seguro.

Tras el recital de ridículos continuos y adherido de frío, tomé el descenso hacia la Gran Cañada para más tarde regresar hasta el Tranco.

Un día de descanso muy reconfortante, de los que te animan a continuar realizando actividades.

Fuente: cuadernodeescaladas.com

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