Escaladas sencillas en Pirineos II: Peña Pedricadera, Peña Rueba, Balneario de Panticosa y Aguja del Portalet.

Por: Curro González, sobreescalada.com

Cuando planifiqué unas vacaciones de escalada en Pirineos con H lo hice desde un punto de vista muy conservador, evidentemente no quería pegarle una paliza a mi hijo y que odiara para siempre mi compañía y la escalada, así que preferí que me fuera sorprendiendo él (y vaya si lo hizo).

Ya habíamos escalado otras muchas veces por diferentes lugares y sabía perfectamente de lo que era capaz, con estos parámetros hicimos una pequeña selección de rutas de escalada basadas en la guía de escalada 100 Plus belles voices des Pyrénées Occidentales que a primera vista nos depararía una divertida y cómoda escalada, y de paso podríamos continuar con el inocente juego de «coleccionar» rutas.

H escalando el Espolón Rebollón

Balneario de Panticosa

Después de escalar en la Peña Pedricadera y Peña Rueba por fin pudimos adentrarnos en los valles de las grandes montañas, H miraba sorprendido el tamaño de las mismas y no daba crédito al observar pequeñas masas de nieve adornando las alturas.

La zona del Balneario de Panticosa se ha transformado en el epicentro de la escalada del Pirineo, una escalada en la gran mayoría de las ocasiones bien asegurada con anclajes fijos, modestos grados y un espectacular paisaje, son el reclamo para atraer a multitud de personas. No es de extrañar por ello, que la zona sea muy concurrida y algunas de las rutas (las más famosas), sean objetivo de innumerables cordadas.

Con todo ello, gestionando bien los tiempos, podremos gozar de cierta soledad.

Vía Nano 100 m V + Espolón Rebollón 100 m V+, quizás sean unas de las más repetidas del valle, con una aproximación de unos cinco minutos escasos y un grado y equipamiento generosos, no hay día que no se repitan.

Escalones rocosos del Balneario de Panticosa

Nos levantamos pronto, con un frío poco usual para las fechas en las que nos encontramos, y comenzamos la escalada con una cordada amenazando. No sé muy bien lo que pensaron al vernos en la base de la vía, pero intuyo que nada bueno, puesto que nos intentaron adelantar andando por la canal de la izquierda en vez de escalar el primer largo.

Estas cosas me crispan un poco y no las entiendo, sobre todo porque cuando llegaron, yo ya estaba empezando el segundo largo y H «corría que se las pelaba» por este terreno tumbado. No los volvimos a ver en todo el día, algo que agradecimos ambos.

La ruta en sí es bonita y disfrutona, pero se queda muy corta, así que lo normal es enlazarla con sus vecinas en la parte superior. Tras andar cuesta arriba otros diez minutos (por un terreno más que marcado) llegamos a la base de un esbelto espolón rocoso, y comenzamos la segunda ruta.

He de deciros que esta me gustó mucho más, bonitos pasajes en zonas verticales y bonitos paisajes. H disfrutaba mucho con los generosos agarres de la zona superior y me increpaba que le llevara tenso con la cuerda.

Hasta aquí era la actividad que habíamos planeado para el día de hoy, pero la verdad es que me sorprendió la rapidez con la que habíamos escalado estas dos rutas y aún era muy pronto, así que nos acercamos a otra superclásica de la zona: La Arista Mowgli 200 m V.

H en la via del Nano
H escalando en la Arista Mowgli

Realmente esta escalada es una sucesión de pequeños resaltes rocosos sin apenas continuidad ni ambiente, algo muy anecdótico para completar la jornada. Tras realizar el primer largo (después de empalmar varios largos en Peña Rueba le prometía a H que no lo volvería a hacer), me percaté de que se podía escalar fácilmente en cuerda corta sin mayores dificultades, algo que redujo significativamente el horario de la ascensión.

No eran aún las 14 horas y ya estábamos de regreso, se me pasó por la cabeza continuar escalando por las zonas altas del Bachimala, pero no podía olvidar que H tiene 8 años. Comida, película en la furgoneta y tarde en el río.

Aguja del Portalet

La Aguja del Portalet

A medida que los días transcurrían nos íbamos acercando inevitablemente a la frontera Francesa, algo que a H le hacía mucha ilusión. A caballo entre los dos países se irgue una pequeña y vertical aguja rocosa que una vez más es el objetivo de innumerables cordadas de escaladores, y cómo no, también entraba dentro de nuestros planes.

De todas las rutas escaladas en estos días es sin duda la que más me gustó, ya que la escalada es un poco más exigente y el terreno asemeja al de alta montaña. Y no fui al único que le agradó la escalada, H no paraba de repetir que le había gustado mucho, sobre todo el largo del diedro.

H escalando la Aguja del Portalet

La escalada como he comentado tiene carácter, la roca no es del todo aceptable, aunque el gran número de cordadas que han pasado por su línea han hecho que se limpie y se sanee. La pena (una vez más) es que se queda corta, algo que podemos compensar con la escalada de sus vecinas rutas del Pic Estremere.

De nuevo fue un escalada rápida, de nuevo fue una escalada solitaria y disfrutona. Con esta última actividad H pudo escalar en rutas y rocas muy diferentes, todas ellas con un denominador común, el disfrute.

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