Por: Curro González, sobreescalada.com
Los amaneceres en las montañas normalmente son mágicos. Tenemos la suerte en nuestras actividades invernales, de gozar en la gran mayoría de las ocasiones, de este momento en el que la luz adquiere toques surrealistas y el frío (más intenso en estos momentos del día) transforma el aire en un espeso lienzo.
Uno de estos momentos lo vivímos en la actividad que realizamos, hace ya algún tiempo, en Peña Ubiña. El amanecer nos sorprendió justo antes de adentrarnos en la laberíntica cara Noroeste y he de deciros que perdímos algunos minutos en saborear ese instante.
El Corredor de la Aguja es el más evidente de la cara Noroeste, ya que en su base encontramos una aguja rocosa (de ahí su nombre) que nos sirve de referencia para comenzar la escalada.

Comenzamos la ascensión superando un largo y ancho corredor (45º) que poco a poco se va estrechando. El tramo más difícil es la superación de un característico diedro de roca muy descompuesta, que puede estar recubierto de hielo (70º-75º). Si este tramo se encuentra «seco» nos puede resultar difícil asegurarnos.



Una vez superado este tramo encontramos de nuevo, otro pequeño resalte un poco más sencillo que el anterior, que nos da acceso a las palas finales hasta la arista cimera.
Encontramos en las secciones más difíciles algún seguro, así como las instalaciones de reunión.

El descenso lo realizaremos continuando por la arista, hacia el Oeste, para buscar el ancho canalón de la normal. Algún breve destrepe en terreno inclinado. Bordeamos la montaña (evidente) hasta llegar de nuevo al pueblo de Torrebarrio, lugar en donde comenzamos la actividad.

Más información en : «57 escaladas invernales en los Picos de Europa y Cordillera Cantábrica» Ed. Desnievel. F. Alarcón y S. Muñoz.