DÍA 5 PUNTA LONCHAS Espolón Este 500 metros V+
Cuando nos enteramos de la pérdida de José Mijares nos apenamos mucho, de alguna forma nos sentimos identificados con el triste suceso. Sobre todo Oli, que con su capacidad de conectar sensiblemente con el mundo animal, no se recupera pese a los años, de la falta de su amigo y compañero cánido, Indy.

Así que decidimos crear un «pequeño rincón de almas puras» en este maravilloso lugar. Una pequeña ofrenda, dedicándoles las nuevas aperturas en las paredes rocosas, al compañerismo y al amor incondicional que nos dieron estos compañeros «peludos».


No tuve la suerte de conocer antes a esta peculiar y entrañable pareja, Mijares y Lonchas, os puedo asegurar que me hubiera gustado. Este año al fin pude conocer a uno de ellos, al humano y pude percibir, conociendo la forma de ser de Mijares, que la unión creada entre ellos durará para siempre.
Una vez más, el día se levantó cubierto y húmedo. Una vez más, alargamos el desayuno con la esperanza de que las espesas nubes se desprendieran de las esbeltas agujas y que nos dieran algo de tregua para poder disfrutar de un día de escalada como el que tuvimos unos días atrás.
Pero hoy no iba a ser ese día, la suave y fría brisa no hacía más que traer nubes húmedas del mar y éstas no hacían más que enmarañarse entre los pináculos rocosos, y éstos a su vez, las comprimían hasta hacer que descargaran la pesada humedad de su interior en forma de ligera lluvia.

Pese a todo, decidimos adentrarnos en la larga aproximación hasta el pie de vía para probar suerte. El tiempo aquí es tan impredecible, que lo mismo terminábamos la tarde-noche con sol!
El viento junto con la humedad hacían descender la sensación térmica hasta tal punto que tuvimos que vestirnos con toda nuestra ropa, incluidos guantes. Hoy era el primer día de frío verdadero que habíamos tenido desde que llegamos a la isla.
Cuando por fin llegamos hasta la base de la esbelta aguja nos tomamos un respiro para decidir finalmente cual sería nuestra línea de ascenso. Inicialmente vimos desde la lejanía que su cara sur podría ser una buena alternativa, parecía continua y con buenas opciones para progresar. Pero finalmente, más de cerca, observamos que como la gran mayoría de las paredes del lugar, estaba compuesta de resaltes rocosos discontinuos por la vegetación.


Así que nos decantamos por la segunda opción, un elegante espolón rocoso que ascendía directamente hasta la cumbre de la esbelta aguja.
La escalada fue sencilla, superamos bastante resaltes rocosos. Unos más aéreos que otros, otros más difíciles, a ratos más sencillos. Una bucólica escalada envueltos en una espesa y húmeda niebla en un lugar sobrecojedor.
A ratos, entre el paso de grandes bandas nubosas, se entreveía el paisaje que desde la abrupta y descompuesta cumbre de la aguja, podíamos disfrutar entre alguna que otra tiritona.



Llegamos de nuevo a nuestro campamento cansados, llevamos ya algunos días de actividad y el cansancio se nota. Podríamos haber descansado un día en este idílico lugar, podríamos haber tentado suerte en otra aguja rocosa, pero finalmente decidimos seguir con nuestra travesía hacia el norte. Damos por compensado el esfuerzo que requiere acarrear algo de material de escalada durante toda la travesía, mañana abandonaríamos el lugar.
DÍA 6 EL FIORDO NORTE
Observo a Oli remar contra corriente y no doy crédito. Veo el agua correr a toda velocidad bajo el packraft, la sensación que tengo es la de estar fijo sobre una cinta de correr, donde ésta se desplaza, pero nuestra embarcación permanece completamente estática en el mismo lugar pese a nuestros esfuerzos para seguir avanzando.
No se podría decir que el día amaneció malo, pese a estar una vez más cubierto de espesas y negras nubes, al menos la intensa humedad y la lluvia habían desaparecido.


Teníamos mucha curiosidad por continuar hacía el norte con nuestros packraft. Había por delante un sistema de lagos y ríos que desembocaban en la tranquila bahía que hacía el fiordo antes de abrirse hacia el mar abierto. Y queríamos probar nuestras embarcaciones al fin «a favor de corriente» en vez de penar contra los»elementos«.
Así que aprovechamos el serpenteante y tranquilo río que transcurría a pocos metros de nuestro campamento para empezar el avance hacia el sistema de lagos. Era un alivio para nuestra espalda y hombros el liberarnos de semejante carga y que ésta fuera transportada por nuestras embarcaciones hinchables.
La transición entre lagos fue sencilla, pese a estar conectados por ríos, estos tenían poco calado entre las inmensas rocas y varias cascadas que hacían imposible navegar por ellos. Así que tuvimos que hacer algunos porteos por tierra para poder seguir progresando entre las aguas.


Finalmente, entre un espeso y frondoso bosque, tuvimos la visión de la bahía y la sensación de haber llegado al paraíso. Dos pequeñas casas de madera se alzaban en las orillas del mar en una estampa idílica de montañas, fiordos y exuberantes bosques.
Nos encontramos la playa en bajamar, y millones de mejillones invadiendo sus orillas. El suculento manjar se nos antojaban cuchillos afilados para nuestras embarcaciones hinchables, así que decidimos esperar un tiempo a que la marea fuera cubriendo algunos de estos bivalvos en su ascenso.

Pronto pudimos navegar por la idílica bahía, que como ya he contado anteriormente, opuso resistencia a su abandono, gracias a la gran corriente y a las intensas rachas de viento.
El mar estaba embravecido, la mar estaba picada por el fuerte viento y el avance una vez más se tornaba penoso. Oli, echando cuentas de las mareas, se percató de que al amanecer ésta bajaría y que gracias a esto, nos podríamos ver beneficiados para poder progresar con mayor fluidez.
Aprovechando el refugio de un pequeño cabo, decidimos terminar el día e instalar un día más nuestro campamento.

DÍA 7 ENCUENTRO SAMI
Este día madrugamos, queríamos estar en el agua cuando el mar empezara a bajar. Calculamos que esto sucedería sobre las 7 de la mañana, así que empezamos a remar pronto. El avance era favorable, el mar estaba casi «plato» y las rachas de viento que aparecían por la tarde aún no hacían acto de presencia.
Pese a todo, una vez más, el viento apareció pronto. Y salvamos de tener que luchar con el mar embravecido, al tomar la decisión la noche anterior, de dirigirnos hacia Tverrrfjorden (un entrante de agua en la costa) en vez de al puerto del norte de Karhamn.
Queríamos valorar la opción de regresar por la costa este de la isla hasta el punto inicial de partida. Y era en este lugar, en Tverrfjorden, en donde encontraríamos una vez más, un sistema de lagos, ríos y pasos altos de montaña que daban acceso a las aguas de la costa este de la isla.
Cuando tocamos tierra nuevamente, decidimos preparar una cafetera y realizar un segundo desayuno. Hacía frío y era aún temprano.
Teníamos ciertas dudas de si sería posible realizar la travesía de regreso por la costa este en los días que disponíamos, además estábamos cansados de transportar la pesada carga a nuestras espaldas. Y las transiciones entre los lagos y finalmente la costa se nos antojaba difícil y engorrosa.
Pronto tomamos una decisión, emplearíamos los días que nos quedaban para ir a conocer a José Mijares y hacer algo más de trekking y packraft por Cabo norte. Así que, desde el punto en donde nos encontramos, cambiamos el rumbo dirección Honsebybotn. Una pequeña población que se encontraba tras las montañas que se levantaban enfrente nuestra.

Una vez más el pequeño mapa que teníamos de la zona nos engañó y lo que pensábamos que iba a ser un acceso tranquilo, fue realmente, un «sube y baja» por laderas herbosas de grandes desniveles y pendientes.
Los días restantes fueron sucediendo de una forma plácida, visitando y conociendo bonitos lugares y personas. Y descubriendo poco a poco la cultura Sami y sus lazos con los renos y el mar.




