Por: Curro González, sobreescalada.com
Me resulta casi imposible realizar una entrada en este blog al uso, (en donde más o menos ofrezco entre líneas, la información necesaria para llevar a buen término las actividades propuestas) sobre todo, cuando tratamos de lugares como Islandia o Groenlandia.
No me voy a regodear en el Ártico, ni en viajes o expediciones Polares, ni en ostias; esto lo llevo en la sangre y literalmente sufro cuando paso mucho tiempo alejado de aquellos lugares. Me sobran florituras, adornos y maquillajes para impresionar y relatar mis experiencias, no lo necesito, de hecho, esta entrada no es para vosotros (lectores): es para mi.

No sé con certeza las veces que he tenido la suerte de visitar y permanecer en Islandia, la cuantificación numérica es insignificante en comparación a la magnitud de experiencias y emociones; y si tuviera que emplear una interjección para apelar al interlocutor en cuanto al nivel de conexión hacia aquel lugar, emplearía: Alto.
Landmannalaugar
Comencé este viaje destruido, con la esperanza de arrebatar de este lugar el poder curativo que tanto anhelaba y necesitaba; y no sé si al finalizar éste, conseguí lo esperado, pero al menos me pude alejar de ese estado de agónico letargo.

Muchas personas creen que Landmannalaugar es uno de los Trekkings más bonito del mundo (menuda responsabilidad la mía, guiar este viaje), algo que con toda seguridad desemboca, en que sea uno de los lugares más visitados de Islandia (junto a otros tantos icónicos emplazamientos).
El romanticismo pronto desaparece al ver la hordas de visitantes en el punto de inicio, aunque afortunadamente la orografía del terreno pronto realiza su peculiar filtro al cabo de las horas de comenzar a andar.
Si, el lugar es encantador, muy pintoresco y cómodo para empaparte y observar los secretos guardados de las Tierras Altas de Islandia. Es una fantástica y domesticada toma de contacto para realizar una pequeña aventura, y satisfacer las necesidades de casi la totalidad de personas que lo realizan.


Aún recuerdo esa imperiosa necesidad mía de escapar hacia el interior de las Tierras Altas, alejarme de lo establecido, realizar mi propio camino hacia las profundidades del idílico paisaje. Solamente la responsabilidad adquirida al aceptar el trabajo, me impidió que desapareciera.
Hekla
Al finalizar el recorrido Landmannalaugar se me brindó una gran oportunidad, la confianza plena de una de las personas, para realizar las actividades que quisiera. Pronto noté una bocanada de aire fresco en mi interior, que de alguna forma hacía florecer más aún, la imperiosa necesidad de alejarme de las multitudes y acercarme un poco más a lo desconocido (al menos para nosotros).

Así que, de las dos oportunidades ofrecidas, elegí como primera de ellas la ascensión a este volcán. Una montaña que me llamaba imperiosamente desde la lejanía, y que se envolvía en un misteriosos halo, que la hacía irresistible.
Es cierto que llegar a su cumbre no fue una gran hazaña (digna de menciones de honor o titulares de prensa), pero la soledad y la magnitud de los «antiguos» paisajes de campos de lava aportaron a mi interior el mejor de los reconocimientos: el mío.
Hvannadalshnjúkur
La última de las oportunidades ofrecidas la ví clara desde el principio, no podía dejar escapar la posibilidad de poder ascender a semejante belleza; curiosamente es la cota más elevada de Islandia, algo totalmente banal cuando te adentras en el interior del glaciar y te encuentras frente a ella.

La ascensión es mucho más compleja, hay que sortear diversas zonas de grietas y acometer la actividad con cierta bonanza climática, algo que conseguimos a post de un viento infernal.
He regresado algunas veces más a aquellas tierras, en invierno y en verano, cortas o largas estancias…Pero de esto hace ya tiempo, el suficiente para que el cuerpo anhele su olor y tacto, este verano retornaremos en busca de algún lugar perdido que nos aporte Paz, ya va siendo hora.
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