Historias de la Garganta del Todra

Por: Curro González, sobreescalada.com

Ya he perdido la cuenta de las ocasiones que «he bajado» a visitar a nuestro país vecino Marruecos. La primera visita fue en los años 90, desde entonces he podido ver poco a poco la transformación que han ido sufriendo las ciudades y pueblos, amén de sus habitantes.

También yo he ido cambiando la forma de viajar a este país, de ir en bus y dormir en la calle los últimos días por falta de dinero, a viajar en avión, coche de alquiler y hotel.

La mezquita Koutoubia Marrakech
La plaza jemaa el fna de Marrakech

La Garganta del Todra también ha sufrido un cambio importante, el asfalto y el hormigón tapizaron las entrañas del mismo, de esta manera se iba haciendo más accesible a los turistas. Los hoteles de lujo (hoy abandonados) afloraban en las cavidades de las paredes rocosas y los pequeños alojamientos hervían con multitud de escaladores.

Hoy en día, este destino tan visitado por escaladores franceses y españoles se ha visto relegado al olvido por lugares más modernos y punteros. De esta manera, lo que fuera el epicentro más famoso y conocido de escalada de marruecos, yace ahora bajo una relativa soledad.

Lo que antes era una aventura casi de descubrimiento, en estos momentos y con los medios actuales de información e infraestructuras, se ha ido transformando casi en un viaje de «fin de semana».

La entrada a la Garganta del Todra y su palmeral
El vecino desierto que bien merece una visita

Nos os voy a contar nada nuevo que no aparezca en las diferentes fuentes de información existentes en la red. Os podría dar opiniones y consejos de mis experiencias, lugares que más me gustan, rutas aconsejables o que me gustaron, pero eso creo que es mejor que lo descubráis vosotros mismos.

Sí voy aprovechar para poner un texto redactado en nuestro primer viaje al Todra. En él plasma las experiencias vividas durante nuestra estancia en este lugar.

Muchas veces buscamos lugares recónditos en los mapas del mundo donde dar pasto a esa fuerza extraña que nos pide escalar, conocer otras formas de entender la vida y admirar la naturaleza que nos rodea. Tan lejos en nuestra mente y tan cerca en el mapa está «El Todra», la escuela de escalada más importante de Marruecos. Su fuerte cultura, la hospitalidad de sus gentes y el ritmo tranquilo de vida lo hacen un lugar muy especial.

La escalada en La Garganta del Todra, comenzó en 1977 con la apertura de La vía clásica del Pilar de Couchant, desde entonces y tras correrse la voz de la existencia de este paraíso para los aperturistas, dado el potencial que tiene la zona, se sucedieron las visitas de escaladores, sobre todo Franceses y españoles como Miguel Ángel Gallego, Romain Volger, Guy Albert, o David Brasco, y nuestros amigos Yannick y Sebastien  (que actualmente se están encargando de equipar algunas vías nuevas) y por citar algunos de los muchos que han aportado su granito de arena  a lo largo del crecimiento de esta escuela. También cabe destacar la gran labor que está haciendo uno de los escaladores locales, Hasssan Mouhajir, que ha hecho la recopilación de croquis más importante hasta la fecha y que ojalá se decida a editar algún día.

EL VIAJE

Curro y yo nos conocemos desde hace tiempo, hemos trabajado y escalado juntos, incluso fuimos vecinos una temporada en Manzanares el Real, localidad cercana a la Pedriza.

Llevábamos tiempo pensando en hacer un viaje juntos, pero el trabajo, otras expediciones, siempre por una razón u otra, aquellos planes no llegaban a cuajar. Por fin nos decidimos, queríamos ir a Malí pero por problemas diplomáticos y el tiempo que tendríamos que dedicar a resolverlos, optamos por ir al sitio del que tantas veces habíamos oído hablar a nuestros amigos y tantas ganas teníamos de conocer, La Garganta del Todra.

La forma más cómoda de realizar el viaje que cruza buena parte de Marruecos, es en coche. La gasolina es barata, las carreteras son muy buenas, y te da más independencia, luego está el avión, que nos deja en Marrakech y podemos combinarlo con un coche de alquiler o autobuses,  pero nosotros queríamos hacer todo el viaje en autobús, viajar con la gente de allí y ver el paisaje del camino tranquilamente, aparte de ahorrarnos unos eurillos.

Salimos de Madrid y viajamos hasta Tarifa, allí cogimos el Ferry hasta Tánger, y otro autobús a Marrakech. Había un revuelo enorme en la estación de autobuses, toda la gente estaba moviéndose hacia las casas de sus familiares para celebrar la fiesta del cordero, que es uno de los días más importantes dentro del mundo Musulmán, en esa jornada todas las familias sea cual sea su condición económica, matan un cordero de la forma tradicional para alimentarse en los días sucesivos. Así que con el caos que había en la estación, tuvimos que esperar unas horas hasta conseguir nuestro billete a Thinehir vía Quazarzate.

En Thinehir cogimos un taxi, y por menos de veinte duros, sesenta céntimos o seis Dirham, llegamos a la garganta.

Era de noche, aunque la luz de la luna dejaba intuir los majestuosos muros verticales a ambos lados del río que atraviesa la garganta. Esa noche queríamos dormir en uno de los Albergues que hay debajo de la pared (increíble), desayunar al solecito mientras decides qué vía quieres escalar en el muro de doscientos metros que tienes a veinte pasos.

Estuvimos varios días haciendo rutas tanto de varios largos, en la pared de Moasseur, en el pilar de Couchant, en el Elefante y vías de deportiva por toda la garganta, disfrutando de la magnífica roca y de la belleza de los itinerarios.

Durante nuestra estancia conocimos a Hassan uno de los escaladores locales, que se preocupa por tener muy al día toda la información sobre la escalada en la zona, nos invitaba a comer a su casa termo regulada de adobe, pasábamos las tardes tomando té y hablando de montañas y de la vida con él y unos chicos Franceses que estaban equipando varias vías allí. Éstos, tenían un chollo de alojamiento en la terraza de un hotel nuevo en Tizgui   (a cinco minutos de la garganta) y las condiciones económicas eran pero que muy apetitosas, así que decidimos mudarnos con ellos, pasamos la fiesta del cordero todos juntos con la familia de Abdul, que es el encargado del Hotel, mataron dos corderos, fue todo un espectáculo, estábamos todos con su familia alrededor de los matarifes,  bebiendo té a la menta, mirando el espectáculo… Ese día las calles del pueblo están desiertas, todo el mundo está en sus casa con los corderitos y solo se ve de vez en cuando algún matarife ensangrentado portando un gran cuchillo, cruzando las calles para ir a otra casa que necesite de sus servicios, la verdad un poco gore la situación, pero estuvimos tres días comiendo brochetas de cordero, se lo recomiendo a todo el mundo que vaya.

En el Todra puede pasar cualquier cosa, un día mientras estábamos haciendo el primer largo de una vía del Pilar, un chico nos oyó hablar y nos gritó desde abajo, «¡he! Sois Españoles?» y cuando miramos para abajo vimos una maraña de pelos conocida, «¡Willy! (gritamos) pero que coño haces aquí?». Era un amigo y compañero de escaladas de Madrid que había venido a Marruecos, esta vez a aprender un poco de Francés, bajamos, le pedimos prestado un arnés a Hassan y volvimos con él a hacer la vía mientras hablábamos de las casualidades de la vida, desde ese día y a pesar de lo estricto que llevaba sus estudios, no podía evitar subir a buscarnos de vez en cuando para escalar un rato.

Mientras tanto, nuestros amigos Franceses estaban abriendo desde abajo La Pria du stick, una vía con largos de hasta 8a  de trescientos metros de recorrido.

Un día que nosotros ya habíamos bajado de la pared, Sebastien nos gritaba desde la reunión, que tenía un bloque como un seiscientos a su izquierda, y que era inminente que se cayera doscientos metros para abajo, había intentado decírselo a los turistas que estaban debajo embobados mirando como gritaba y movía los brazos, pero éstos, por la lejanía, el eco, o el idioma no se habían movido. Curro y yo nos pusimos a apartar a la gente a un lugar seguro, y hacer que quitaran un coche que estaba aparcado muy cerca, y en el último momento el bloque decidió  volar, el choque fue tremendo, un estallido ensordecedor viajó por toda la garganta y cientos de trozos de roca saltaron como proyectiles. Gracias a unas piedras que hicieron de parapeto, los proyectiles no dieron a la gente. Mucha suerte que no paso nada, pero si llega a caer en cualquier otro momento, la lía gorda el seiscientos volador.

Por la Garganta aquellos días de febrero no había muchos escaladores,  unos chicos Catalanes, unos Holandeses que iban camino a Malí y se habían acercado hasta allí a escalar un poco, pero sobre todo, familias de los pueblos de alrededor que iban  para hacer la barbacoa familiar durante los días de la semana que dura la fiesta. De todas formas tuvimos suerte, porque en Semana Santa la Garganta está llena de escaladores, bueno de todas formas no sería un problema, dada la cantidad de rutas de todas las dificultades que tiene esta escuela, y las que quedan para tu imaginación.

El Todra nunca defrauda, pero nos quedamos con ganas de escalar vías que se veían muy apetecibles.

El tiempo pasa muy rápido cuando estás disfrutando y siempre queremos más, pero los días se acababan. Queríamos estar un par de días en Marrakech para hacer unas compras así que la última noche que pasamos en la garganta, hicimos una fiestecilla, compramos unas cervezas y unas botellas de vino, que no son  nada fáciles encontrar por aquí y dado el tiempo que hacía desde la última cañita, se nos subió rápido, hicimos una cena para todos los del hotel, Hassan y los franceses y luego nos quedamos tocando los tambores y cantando hasta altas horas de la noche.

Esos momentos que nunca se olvidan, pero como dicen en las películas, volveremos.

El retorno a Marrakech lo hicimos de noche y aprovechamos para dormir en el autobús. Esta ciudad es un importante centro Turístico y comercial de Marruecos, las tiendas de la Medina con su laberinto de calles estrechas llenas de artesanos, la plaza De Ja el fna con sus puestos de comida, los encantadores de serpientes, los juglares, adivinos, acróbatas… y cualquier forma posible de buscarse la vida se da cita en ese lugar. Aprovechamos el poco tiempo que nos quedaba paseando por toda la ciudad, comprando especias y artesanía.

Y tuvimos que regresar, coger el autobús de nuevo y despedirnos de África en Tánger.

Pero bueno, durante los viajes de regreso a casa siempre hay tiempo para  planear otro viaje y entonces nunca terminas de viajar, porque las aventuras se disfrutan desde que empiezas a planearlas y el circulo se cierra, quizá a abrir vías nuevas a las que hemos echado el ojo en este rincón privilegiado del mundo.

 

Alex Asensio, año 2004
Las diferentes zonas de escalada del sector principal
Uno de los sectores de la zona
Croquis realizado tras la primera repetición de la vía

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