El eterno reencuentro, solemos regresar al lugar o lugares en donde somos nosotros mismos.
Ayer me enteré de que un colega había fallecido en el Himalaya, no éramos «hermanos de sangre» pero nos conocíamos desde hace muchísimo tiempo y nos caíamos bien. Aún podía haber sido peor, pues su compañero (también colega) se salvó por los «pelos«.
Una mierda.
No voy hacer de esta entrada una tira sensacionalista, simplemente me apetecía decirlo.
Hoy era de esos días tontos que dan sol entre borrascas y borrascas, ya había estado en casa sometido por las inclemencias meteorológicas y no quería más que se me escapara entre las manos este valioso tiempo.

Así que decidí probar los apaños realizados en mi Bicicleta y con las mismas, escalar en el Pico de la Miel. De esta manera podría hacer actividades que guardaba atrasadas por el mal tiempo.
Decidí aprovechar la ventaja que me ofrece el vivir relativamente cerca de la Cabrera, para salir desde mi refugio en bicicleta. Solo me preocupaba en dónde dejarla una vez estuviera en las cercanías de las paredes, tenía varios planes al respecto para este hecho, pero finalmente abogué por hablar con uno de los camareros del Cancho del Águila (de algo tenía que servir el pasar casi más tiempo allí que aquí) y dejarla finalmente al amparo de su vigilancia.

He de deciros que ha sido una certera transformación, la que realizamos Miguel y yo, en la bicicleta. El cassette de piñones me da muchísimo juego y el 48 de plato, más cadencia en el pedaleo, aunque se me sigue quedando corto. Pero si tengo que resaltar algo, son las cubiertas, buena rodada y buen agarre aún en terrenos con barro.

El camino elegido, entre las diferentes opciones que tenía, transitaba por pistas, senderos y carretera. Así podía hacer un correcto test a la bicicleta y disfrutar de ella.
Me flipa la «ingravidez» que aportan estos modelos de bicicleta y se me están ocurriendo mil y una actividades que realizar con ella.
Me sorprendió el ver que esta vez había personas escalando en el Pico, es cierto que salí de casa un poco más tarde (hacía un frío que pelaba), y que supongo que andarían al igual que yo «cardiacos» por el fin de semana pasado por agua. Pero finalmente descubrí que era por la vecina prueba del Rally de escalada, que se celebra en breve.
Me dan un poco de pereza estas «historias» de los rallys (y pensar que Juan y yo ganamos la primera edición…), pero entiendo que a la gente le guste y participe. Yo que soy más de esconderme, me dan pánico estas multitudinarias actividades.

Había pensado escalar en solitario la Casera atómica, una de esas vía que siempre he querido escalar en solo integral pero que me daban «palo» (llegará el día). Así que quería escalarla para ir recordando.
Ya cuadré la cara cuando vía que la vía estaba ocupada, pensé alternativas, pero finalmente me di cuenta de que los escaladores estaban escalando en ensamble y que irían rápidos. Así que me acerqué para bichear, al llegar me asaltaron una jauría de perros pequeñajos. Los identifiqué rápido, no había problema, los escaladores eran conocidos.
Mientras me preparaba para ascender los dos escaladores descendieron hasta el suelo (solo hicieron los dos primeros largos), nos saludamos, cruzamos algunas palabras y después cada uno se fue a su «lío«.

El primer largo lo hice en solo integral, las fisuras rezumaban algo de humedad y había que estar atentos. La verdad es que es una gozada el poder escalar este sistema de fisuras tan cerca de casa, y la sensación que provoca el escalarlas sin cuerda es única.
El segundo largo ya me daba «susto» hacerlo sin cuerda, fije el extremo de ella a la reunión y subí autoasegurándome. Es un bonito largo, con pasos obligados y duros si los liberas todos ellos, que consiste en la superación de un murito con paso de salida. Todavía tienes un par de pasos más, de los que te «roen la cabeza» hasta llegar a la siguiente reunión.
El último largo lo hubiera hecho nuevamente sin cuerda, es una sucesión super bonita de fáciles fisuras verticales, pero estas rezumaban nuevamente mucha humedad. Así que preferí ser conservador y tardar unos minutos más en realizar la escalada, me autoaseguré.

Llegada a la cumbre, descenso entre peñascos, recojo la bici y para casa.
Qué gusto da cuando el camino va hacia abajo !!