Pericles a la Aguja de Venus, la Cabrera

Por: Curro González, sobreescalada.com

Sólo los más arraigados locales son capaces de predecir cuándo y dónde va a llover, son capaces de observar las más mínimas brisas que mueven las nubes, conocen la orografía del terreno y calculan hacía dónde se irán las precipitaciones y con tan sólo mirar el color del cielo, saben si es el momento; yo aunque local, he tenido mucha suerte.

Llevo ya unos días observando la evolución de las nubes, desde que amanece hasta que anochece, lo comparo con la previsión meteorológica y me hago una ligera idea de que nadie sabe qué diablos de tiempo va hacer.

Así que, con nada que perder (en lo que pude apreciar desde mi casa, una ventana de tiempo estable), me dirigí hacia el Collado Alfrecho con una idea fija: hoy, escalo.

Tenía en mente una ruta de escalada rápida, en la ya conocida Aguja de Venus, donde escalé no hace mucho tiempo la que se podría considerar como clásica: «La Vagina de Venus».

Las agujas de la Cabrera. Foto: C. González

Me tomé la aproximación con filosofía, con la idea de que al menos si se ponía a diluviar, nos daríamos una vuelta Ponyo y yo.

Las oscuras nubes cubrían todas las agujas, pero eran más tétricas hacia el Valle de Lozoya, muy tétricas.

Con un 95% de posibilidades de lluvia y una previsión de 10mm de agua, llegué a pie de vía con sol; ni tan mal, pensé.

El tiempo cambió drásticamente cuando ya casi disponía de todo mi material colgado en el arnés, se puso a llover, como para ponerme a prueba (lo que tienen los locos, es que no se amedrentan con facilidad, así que continué como si nada).

Fuente: F. Cobo
Reseña cortesía de Loren Borrero

Largo 1

La ruta transcurre por el margen izquierdo de la aguja, comienza por un pequeño diedro muy bonito (de roca pobre en algún lugar), para acometer una ancha fisura que entrecorta unos bloques desplomados.

Cuando llegué a la reunión el sol volvía a lucir, pero no había que ser muy inteligente para saber que la oscuridad atrapada al otro lado, estaba impaciente por ganar protagonismo (el redoble de tambores en la lejanía no auguraba nada bueno).

En la primera reunión

Largo 2

Cuando escalas en solitario repites el largo tres veces (algo que no debería demorar demasiado la dinámica de la escalada, pero que evidentemente, prolonga más la estancia en pared), es más lento que si escalaras con un compañero.

Llegué por segunda vez a la primera reunión mosqueado por los truenos, pero como buen lugareño, sabía que provenían de la vecina montaña de Peña Negra (aún me queda un tiempo, pensé).

El segundo largo es muy divertido, acomete la vertical de una forma sinuosa y técnica, por los bloques desplomados característico del margen izquierdo de la pared.

Con algún paso «raro» y llegada a la cumbre un poco expuesta, cardiaca en mi repetición, al salir a una placa mojada llena de liquen.

En la cumbre de la Aguja de Venus

El redoble de tambores se intensifica y alguna que otra luz divina cae del cielo, el ambiente se envuelve de nubes (me acojoné, Po también, que le dan miedo estas cosas).

Rápidamente desciendo a la primera reunión y recupero lo más rápido que puedo el largo, la bajada es rápida y pocos minutos estoy de nuevo con mi compañero peludo.

Chispea pero no jarrea, el cielo se desploma en el valle, parece que de esta salimos Po…


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