Por: Curro González, sobreescalada.com
Desde que era pequeño me ha fascinado el Delta del Ebro, me parecía y me parece un lugar mágico, del que sólo puede surgir por la creación de la naturaleza, siempre tan irrepetible y sorprendente.
La actual forma del Delta es una «flecha» perfectamente dibujada que penetra cerca de una veintena de kilómetros en el mar, está creada a base de los sedimentos que arrastra el río Ebro durante sus casi 1000 kilómetros de longitud.
Uno de los mayores humedales de Europa y hábitat de innumerables aves, que ven en su interior un paraíso en donde habitar. Es por ello que el lugar es idílico para la observación de seres vivos alados, otro reclamo más para mi ya que desde siempre he sido un gran amante de estos animales.

Durante nuestra estancia en este lugar hemos podido disfrutar de la «rara» compañía de Martinetes, Garcillas Cangrejeras, Garzas Imperiales, Moritos y por supuesto el ave estrella del Delta, el Flamenco.
He de deciros que la ruta en Kayak que realizamos en el Delta del Ebro no sólo supuso una satisfacción personal a nivel deportivo, sino que supuso una vuelta a los orígenes y disfrute de algo que tenía ya casi olvidado, la observación de aves.


Partimos temprano en del pequeño embarcadero existente enfrente del Camping de Aube en la localidad de Riomar, muy cerca de la tan deseada desembocadura del río Ebro. De nuevo el viento iba hacer acto de presencia y queríamos asegurarnos el mar más o menos en condiciones.
Los primeros kilómetros se hacen rápidos, transcurren por el margen derecho del río entre cañaverales e infinidad de lagunas. El olor entremezclado de mar y río por unos instantes me trasladan a la tan añorada costa de Groenlandia, pero rápidamente me llega el intenso olor a Arroz y me recuerda en dónde estoy.

En el momento que el río Ebro vierte todo su caudal al mar Mediterráneo surge un fenómeno extraño, este último rompe en revoltosas olas. Perfectamente se aprecia la línea del rompiente en el horizonte, un hecho que parece insólito y en ocasiones parece más un espejismo que una realidad. Pero es algo que debemos tener muy en cuenta, ya que las olas en ocasiones rompen con fuerza y existe una gran corriente que puede llegar a dar problemas en la navegación con los Kayaks.
Hábilmente deberemos buscar el pasillo para pasar este trámite, un pasillo que a cada año cambia, según se vayan depositando los sedimentos que transporta el río. Nosotros, pese a adentrarnos bien temprano, encontramos un mar bastante revuelto. Con fuerte oleaje y mar de fondo a tener en cuenta.
Era divertido pero no te podías dejar llevar, había que prestar atención al mar.

Una vez superada la desembocadura, la travesía recorre longitudinalmente las solitarias playas de la Illa de Buda, un paraje natural protegido. Según la mar podremos costear más o menos cerca, o por contra, os debéis alejar de la playa para evitar el rompiente de las olas. Un rompiente que comienza a cientos de metros de tierra firme (debido al poco calado) haciendo que las olas rompan y se batan en grandes manchas de espuma.
La idea en esta ruta circular era llegar hasta la Gola de Mitjorn, lugar en donde desembarcaríamos para portear por tierra nuestros Kayaks y retomar de nuevo un viejo brazo del Ebro que nos conduciría de nuevo al lugar de origen.


El retorno por el río fue un poco sofocante, el sol abrasaba nuestras espaldas y el cañizo nos protegía de cualquier tenue brisa que pudiera existir. Por contra, los Martines Pescadores amenizaban nuestro avance hasta el brazo principal del Ebro, en donde la brisa retornó y el rápido avance hacia el punto final se hizo favorable a la corriente.