Desde el jardín de casa puedo ver la cara sur de la Najarra y el frondoso pinar que lo rodea. De entre las diferentes siluetas que ofrece la orografía de la montaña salta a la vista una agrupación de agujas graníticas que entrecortan el perfil de la montaña.


Un día me armé de valor para subir el «repechón» que hay hasta la base de las agujas, dejé el coche estacionado un poco más arriba de la Fuente del Cura. Justo en el anchurón de la carretera que hay antes de que esta se transforme en pista y cerca de una barrera que existe para evitar que se circule con vehículos por el camino de ascenso.
Decidí subir corriendo, así iría más ligero y podría dedicar más tiempo a «bichear» por allí. No tenía muy claro como debería subir hasta allí arriba, pero poco a poco fui saliendo de dudas.

Continué desde el inicio del camino hasta la Para del Rey, espectacular pradera en las entrañas de la montaña que alberga un Roble espectacular. Desde allí continué el ascenso hasta toparme con la pista forestal que asciende hasta el Puerto de la Morcuera, la seguí hasta justo un paso canadiense.
Tenía de referencia un profundo valle que desciende de la Najarra y este pasa justo por este paso. Había pensado ascender desde aquí campo a través, pero cual fue mi sorpresa al ver que existía justo desde este punto, un sendero que asciende haciendo grandes zetas. Y este, tras un largo ascenso, paso justo por debajo de las paredes.

Las vistas desde las cumbres de la Agujas son espectaculares, llame a la zona «Los Miradores» (no se el nombre exacto), se encuentras por debajo de la zona de Cuatro calles.
Subí corriendo otras dos veces más, hasta que por fin me decidí a ir a escalar.
H y yo hemos escalado mucho por la Najarra, aprovecho mis días de correr por la montaña para ir viendo nuevas zonas en donde poder escalar. Y esta era una de ellas.

Tras una larga aproximación de 2h y pico, H y yo por fin pudimos llegar hasta la base de las paredes. H está super emocionado, le encanta el bosque y el lugar, y le gusta mucho el poder poner un nombre a la escalada que efectuamos (aunque a ciencia cierta no se si han subido por aquí alguna vez).
Nos fijamos una línea de escalda y fuimos para allá. Innovamos un nuevo sistema para escalar y perfeccionamos la recuperación de los seguros flotantes que utilizaba. Es genial como aprende y como avanza.


Lo flipo un poco con H, es un niño de 6 años y es indestructible. Ya se que pensaréis que debe ser la opinión de «amor de padre», pero es la verdad. Después de las 2 horas y pico de subida, la escalada, el descenso hasta las mochilas, aún le quedan «pilas» para andar otra media hora hasta la Placa del Águila. Una lisa placa que recorta el perfil de la montaña y que me llamó la atención desde que visité la zona por primera vez.

Esta escalada es genial, super divertida y con unas vistas espectaculares.

Después de un descanso merecido, un «crunch» y un sanwich entre pecho y espalda, H se levanta de un brinco y comenzamos el descenso. El crío silbando y yo con dolor de espalda…

Es una entrada genial. ¡Qué maravilla poder disfrutar así del monte con tuhijo!
Me gustaMe gusta